TRILOGÍA SILBER – Kerstin Gier
+ Frases:
1. EL PRIMER LIBRO DE LOS SUEÑOS
¿Qué tipo de planes solo podían realizarse con luna nueva? ¿Y qué significaban esas palabras latinas en la muñeca de Grayson? Estaba claro como el agua: mi futuro hermanastro tenía un secreto, y yo adoraba los secretos.
—¿Tú conoces a mi Chica del Queso?
—Nos hemos reunido bajo esta luna nueva, oh, Señor de las Sombras y de la Oscuridad, para que puedas decirnos el nombre de aquel que volverá a completar nuestro círculo para que podamos cumplir nuestra parte del pacto.
¿Qué solía decir siempre Sherlock Holmes? Cuando se ha descartado lo imposible, lo que queda debe de ser la verdad, por improbable que pueda parecer. Solo que ¿Qué quedaba cuando lo imposible tampoco podía descartarse?
—¿Descalza y en camisón? ¿Y no llevas puesta otra vez la sudadera de Grayson? Le dije que debía quitártela. Un poco demasiado grande para ti, diría yo.
—Y tú estás aquí por duplicado… un poco demasiadas veces, diría yo.
Resumiendo, se comportaron como preescolares. Bueno, como preescolares vampiros.
—Pero el demonio no había cumplido una parte de nuestro pacto: pues poder colarse en los sueños de otras personas, conocer sus anhelos y miedos más ocultos significaba nada más y nada menos que…
—… un poder ilimitado.
¿Qué debía de estar pensando de mí? En primer lugar, tenía que salvarme de una banda de chicas violentas y, después, le arrastraba a una puesta de sol en la colina con la guitarra preparada…
—Oh, sí, y mucho. Pero eso es precisamente lo que lo hace interesante.
—Sí, justo —asentí—. Las cosas interesantes siempre son las más peligrosas también —dije en voz baja—. Y sin embargo, hay que llegar hasta el fondo.
La mirada se me desvió hacia Henry, pero enseguida tuve que volver a mirar hacia otra parte, porque había inclinado ligeramente la cabeza de forma que ahora se podía leer sobre su oreja en letras rosadas Deseo salvaje. Oh, Dios mío, odiaba el gusto literario de Mrs. Grant. ¿Por qué no podía acumular novelas de misterio?
«Yo deseo que los demonios no existan y que, por ello, tampoco puedan hacerle algo a alguien».
—Es la llave de mi puerta —dijo Henry—. Para que tú también puedas visitarme.
—Es tan… —Estaba conmovida—. ¿Y sirve para las tres cerraduras?
—No —dijo Henry titubeante—. Solo sirve para la de en medio. Pero sencillamente dejaré las otras dos sin cerrar…
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2. EL SEGUNDO LIBRO DE LOS SUEÑOS
Desde el avión, Londres me había parecido una bola de nieve cursi, tejados, árboles y calles espolvoreadas con azúcar glas centelleante, pero aquí abajo no se veía nada de ese centelleo espolvoreado. No es nada romántica, es más, ni siquiera sigue siendo blanca. Y de haber tenido que describir mi estado de ánimo, «nieve derretida» habría sido un equivalente perfecto.
—Pero en mi sueño también tenías cola.
—¿Una cola?
—Una cola de leopardo —respondió.
¡No, maldición! ¡De leopardo no, de jaguar!
— ¿Qué pasa de verdad si se dispara a alguien aquí? ¿También se muere en el mundo real?
— ¿Qué has querido decir antes con eso? ¿Con lo de que Henry no confía en nadie y por las noches se cuela en los sueños de los demás? ¿En los sueños de quién?
—Sí, ¿Por qué deberías agobiarme con cosas que te preocupan? —repetí, poniendo todo el sarcasmo posible en la voz—. Solo soy tu novia. ¿Por qué deberías contarme lo que pasa en tu casa o en qué andas en realidad? ¿Por qué deberías presentarme a tu familia?
—Quizá la gata solo se siente abandonada. La tía Gertrude tuvo el mismo problema una vez. Con Tapsi. O Stupsi. La llevó a un psicólogo de animales y ahora Tabby vuelve a estar genial. O Izzy.
«Como observador y oyente invisible, se aprende bastante más de una persona en el sueño. Con algo de paciencia, incluso todo»
—Todo lo que hubiera sido necesario. Lo siento si eso te hace daño. Pero puedo distinguir perfectamente entre sueño y realidad. Por lo visto, tú no.
«Si sobre lo fundamental no se da conformidad alguna, no tiene sentido hacer planes conjuntos.»
—¿Un sueño triple? Suena complicado.
—Cierto. Pero ¿no demuestra también lo variado que es en realidad esto de los sueños? En el fondo, nunca podemos saber si estamos realmente despiertos. ¿Quizá no somos de verdad, sino que solo existimos en el sueño de alguien?
—Está como una cabra —dije—. Igual que Anabel.
—No lo está. Solo es un ególatra vengativo que no ha aprendido nada de sus errores y cuya vanidad no resiste que una chica le deje KO de un golpe.
—De una patada —corregí.
—Asombroso lo mucho que se parece a una tarta de merengue. A una tarta de merengue malograda.
—Qué calidad la de tus cumplidos. —Suspiré.
—¿Eso significa que si ahora te digo que esta noche estás maravillosa no me creerías?
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3. EL TERCER LIBRO DE LOS SUEÑOS
—Una película sobre personas que mientras sueñan son tan poderosas que incluso tienen la capacidad de hacerse invisibles, pero que entonces son detenidas por campos de energía soñados por otras personas. No parece un guion muy digno de un Oscar, la verdad.
— Puedes… qué sé yo… convertirte en Spiderman y sujetarlo con telarañas en una fracción de segundo, o transportarlo a la Luna mediante un rayo de energía intergaláctica. También puedes convertirlo en un conejillo de Indias o en un polo de fresa. Puedes hincharlo como si fuera un globo y hacer que reviente o…
Resulta muy desconcertante lo mucho que las puertas pueden revelar sobre sus propietarios, ¿no crees?
—El amor no es lo que uno espera recibir, sino lo que uno está dispuesto a dar.
—Qué familia tan maravillosamente temperamental. ¡Absolutamente maravillosa! Por separado somos palabras; juntos, un poema.
—También podría ser mi sangre la que acabe corriendo: al fin y al cabo, yo decepcioné al emplumado señor de la noche mucho más que todos vosotros juntos.
Exacto. Ella no logró cortarme el gaznate, pero yo podía atestiguar que se había esforzado de verdad.
«Cuando la sombra de la luna oscurezca el sol, correrá sangre infiel
—. ¿Qué aspecto tengo?
—Moralmente descarriado, pero físicamente muy bueno.
«Supongo que las plumas provienen de las alas de un demonio del submundo que ha querido hacerme una advertencia»,
—¿Cómo se te ocurrió que yo podía sentirme superior a ti, por amor de Dios? De todos nosotros, el que tiene esos complejos soy yo, el problema de la falta de confianza y el temor a la pérdida. En ese sentido, soy el que está más jodido.
—Me alegro de saber que no te convertirás en mi asesino.
—¡Yo también! Nunca podría haber vuelto a ir a la peluquería.
Secrecy nunca habría adquirido tanto poder si no fueseis tan ávidos de sensacionalismos y si no os alegrarais tanto de la desgracia ajena, si no hubierais celebrado la maldad, la intolerancia y la falsa moral de Secrecy con tanto entusiasmo.
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