Translate

FRASES - SERIE BLYDON [+18] – Julia Quinn

 




SERIE BLYDON [+18] – Julia Quinn







Frases:


1.     ESPLENDIDA PASIÓN

EMMA Y ALEX


―¿Qué demonios haces? ― exigió Dunford tan pronto como apareció a su lado.

―Baja la voz ¡Y vete! Alguien podría verte.
Alex tiró de su amigo hasta que ambos quedaron escondidos tras la cortina.
―Has perdido la cabeza, ― refunfuñó Dunford. ―Nunca pensé que vería el día en que el orgulloso duque de Ashbourne se escondería detrás de una cortina para espiar a una mujer.


―Pienso, ― Alex hizo una pausa para cruzar el cuarto con rápidas zancadas hasta la cama y colocarse a su lado, ―que es usted preciosa.
―La verdadera belleza está en el interior.
―Muy astuta, ― dijo Alex asintiendo. ―Permítame que lo diga de otra manera. Creo que es usted espléndida.


―Podrías sonreírme, ― dijo Alex. ―O, si no, al menos levantar la vista y mirarme. Todo el mundo nos observa.
Emma le hizo caso y levantó la mirada.
―Mucho mejor. Es doloroso tenerte entre mis brazos y no poder mirar tus ojos.


―Es sentimental y trillado, ya lo sé,­― había comentado Emma, ―pero parece que soy más consciente de todo cuando él está cerca. El olor de las flores es más fuerte. Mi limonada está más dulce, mi champán más potente. Y es tan difícil no mirarlo, ¿no crees? Son sus ojos verdes; debería haber sido un gato. Y luego me falta el aliento, y la piel me cosquillea.
Belle estaba cautivada.
―Creo que estás enamorada.
―¡No, en absoluto! ­― protestó Emma horrorizada.


―Me pregunto por qué no oí hablar sobre ello.
―Me temo que nadie es capaz de mencionar mi nombre en tu presencia, y mucho menos hablar mal de mí de cualquier modo. En realidad es maravilloso ¡Jamás averiguarás todas las cosas espantosas que hago, y así disfrutaré de una reputación angelical ante ti!
―Angelical no es precisamente el término que me viene a la mente. Demonio es bastante más apropiado.
―Ah, pero 'angelical' es un adjetivo y 'demonio' es un sustantivo, así que no puedes sustituir uno por otro.
―Dios me libre de las hembras cultas, ― refunfuñó Alex.
Emma se detuvo un instante, meneando un dedo admonitoriamente.
―He oído eso, piojo.


―El quid de una carrera de caballos es que gane el mejor jinete.
―El quid de esta carrera de caballos, ― replicó Emma, ―es que ha ganado el jinete más ingenioso.
―Puedo ver que no voy a ganar esta argumentación.
Emma sonrió inocentemente.
―¿Argumentábamos?
Alex se aclaró la garganta.
―Puedo ver que no voy a ganar esta discusión.
―¿Puede alguien ganar una discusión?
―Si alguien puede, ― dijo él con tono resignado, ―seguramente ese no voy a ser yo.


―Tienes una reputación con las damas, ¿sabes?
―Rápidamente perdida gracias a ti, ― refunfuñó él.
Sin oírlo, Emma siguió.
―No menos de dos docenas de mujeres me han advertido sobre ti.
―Lamento que nadie me haya advertido a mí sobre ti, ― suspiró él.


―Voy a continuar tratando de besarte, lo sabes.
―Lo sé.
―En cada ocasión posible.
―Lo sé.
Voy a intentarlo ahora mismo.
―Lo sé.


―Realmente, Alex, ― dijo, con una dulce sonrisa. ―Deberías sentirte halagado. Es muy raro que un hombre tenga a una mujer tan locamente enamorada de él que desafíe todas las convenciones y le pida que se case con ella.
Alex parpadeó.
―Yo iba a preguntártelo el viernes, ― dijo él, en tono ligeramente irritado. ―Había ensayado hasta lo que te iba a decir. Estaba bastante ilusionado sobre la proposición. Nunca lo había hecho antes, ¿sabes? Y ahora ya no podré hacerlo.
―Todavía puedes hacerlo. Prometo que diré que sí.


―No odio a las mujeres, Emma.
―Odio, desconfianza. Es lo mismo.
―Confieso que no he tenido a la mayoría de las mujeres en alta estima, ― dijo Alex, apretándole la mano. ―No conocía a ninguna, fuera de mi familia, a quien pudiera respetar. Pero tú cambiaste eso. Tú destrozaste cada idea preconcebida que mantenía sobre las mujeres.


―Estoy tan confusa. Creo que me he sentido confusa desde el momento en que te conocí.
―¿Tú te has sentido confusa? ― dijo Alex, dándose la vuelta mientras sus labios se curvaban en una sonrisa sardónica. ―Has puesto mi vida patas arriba. ¿Sabes a cuántos condenados bailes he asistido en los últimos dos meses? ¡A más de los que he asistido en los últimos diez años! No me gustan los bailes de sociedad. Odio los bailes de sociedad. Pero asistí a todos ellos, de buena gana, solamente para estar cerca de ti.


―Será un niño, te digo. ¿Te importaría mucho tener un niño? ― bromeó Emma.
Alex fingió deliberar sobre el tema.
―Un pequeño muchacho con el pelo negro y los ojos verdes sería aceptable, supongo. Uno tiene que conseguir un heredero, después de todo. Pero una chiquitina con el cabello rojizo eso sí sería espléndido.


----------------------------------------------------------------------------------------------

2.  UN BAILE A MEDIA NOCHE 

JHON Y BELL



―Algunos de los caballeros me informaron de que serían capaces de pasar por alto mis espantosas inclinaciones intelectuales debido a mi aspecto y mi fortuna.
―Encuentro sus inclinaciones intelectuales bastante atractivas.
Belle suspiró feliz.
―Qué agradable es oír a alguien -a un hombre- decir eso.


―Siempre me pareció una tontería desear a una mujer que conversara apenar mejor que una oveja.
Belle se inclinó hacia delante con un brillo malicioso en los ojos.
―¿De verdad? Habría pensado que preferiría a ese tipo de mujer, considerando sus dificultades para desenvolverse en la charla cortés.
―Touche, milady. Le cedo este punto.


―Le pido disculpas, por supuesto, por mi comportamiento de esta mañana. Fue imperdonable.
―¿Por el beso o por sus horribles palabras de después?
―Por ambos.
―Acepto su disculpa por sus insultos.
―¿Y por el beso?
―No hay ninguna necesidad de pedir disculpas por el beso.


―Debo estar hecha un desastre, ― dijo tímidamente. ―Debería subir y cambiarme.
―Tonterías, ― dijo John, colocándole un húmedo mechón tras la oreja. ―Tiene un aspecto encantador… como brumosa.


―Tienes unas orejitas tan dulces. Como albaricoques.
Belle retrocedió, con una sonrisa sorprendida en la cara.
―¿Albaricoques?
―Ya te he dicho que no soy muy poético.
―Me gustan los albaricoques, ― declaró ella lealmente.


―¡Eso lo ha escrito Lord Byron! ¡No puedo creer que trataras de hacer pasar una poesía de Lord Byron como tuya!
―Me tenías arrinconado.
―Lo sé, pero eso no es excusa para un plagio tan descarado. Y aquí estaba yo, pensando que tú habías escrito unas palabras tan hermosas solamente para mí. Imagina mi desilusión.
―Imagina tú la mía, ― refunfuñó John.


―Belle, no tengo dinero, tengo una pierna inútil, y a duras penas he conseguido un título.
―¿Por qué dices eso? Esas cosas no me importan.
―Belle, podrías tener a cualquier hombre del mundo.
―Pero te quiero a ti.


―Una chaperona que se marcha para todo el día, ― murmuró entre besos. ―¿Ha sido alguna vez un hombre tan afortunado?
―¿Ha sido alguna vez una mujer tan afortunada? ― le respondió Belle.
―Creo que no. Ven al sofá y así podré asediarte con bombones y flores.
―La única persona a la que asedias con esos bombones es a ti mismo. Ya te has comido tres.


― Tú me haces eso. No sé cómo lo has conseguido, pero me has despojado de mi ira. Años de dolor, sufrimiento y cinismo me volvieron irritable y taciturno, pero ahora puedo sentir el sol de nuevo.


―He trepado a un árbol, me he deslizado a lo largo de una rama inestable, y luego he saltado a través de una ventana a una altura bastante peligrosa. Y todo ello, podría añadir, con una pierna inútil, ― dijo John, quitándose los guantes y sacudiéndose el polvo de la ropa. ―Simplemente para estar a solas contigo. Querías una proposición romántica, ― continuó él. ―Créeme, nunca voy a hacer algo más romántico que esto. ― Sacó de su bolsillo una, un tanto estrujada, rosa roja. ―¿Te casarás conmigo?


―Tu piel parece luz de luna.
―¿Luz de luna? ― repitió ella, con voz estrangulada.
―Suave y delicado, y con un toque de misterio.


"Mi amor tiene los ojos azules como el mar.
Su cálida y brillante sonrisa me hace anhelar
El mundo darle,
Y cuando yace
En mis brazos, donde su tacto puedo experimentar,
lo mucho que la amo una vez más he de declarar.
Mi mundo se ha transformado de tinieblas a un nuevo amanecer
Besándola bajo las estrellas, deleitándome con la luz del sol y bailando con ella al anochecer."


----------------------------------------------------------------------------------------------


3. UNA MUJER REBELDE 

DUNFORD Y HENRY



—Oh, no se llame a usted misma fenómeno, Henry. Aunque otros lo hagan deje de juzgarse a sí misma. Usted es original, es valiosa, pare de menospreciarse así.


—¿Cómo se llama aquél?
Henry se vio un poco alarmada por su pregunta.
—¿Ella? Oh, Margaret.
—¿Margaret? —Él alzó sus cejas—. Qué nombre encantadoramente inglés.
—Es una oveja inglesa, —Henry dijo malhumoradamente.


—¡Oh! —dijo ella, tragando con inquietud—. Lo siento.
Él puso sus ojos en blanco.
—¿Ahora por qué lo sientes?
—Por hacerte comer esa horrible carne de cordero. Y las gachas de avena. Odio las gachas de avena.
Él sonrió amablemente.
—Es un testimonio de tu amor a Stannage Park que fueras capaz de comerte un tazón entero de esa cosa repugnante.
—No lo hice, —admitió—. Comí sólo algunas cucharadas. Eché el resto de eso en un florero cuando no estabas mirando. Tuve que ir luego y limpiar el interior.


—¿Qué vas a hacer con él?
—Ponerlo en la parte de atrás de la cocina donde tiene un sitio.
—Deberías pensar en tener un sitio afuera. O en el guisador.
—¡Dunford, es mi mascota! —sonó afligida.
—Amas a los cerdos y cría conejos, —masculló él—. Una muchacha bondadosa.


—¿Y en qué pensabas tan concentrada, bribona? ¿Porkus va a dar a luz a sus cerditos sin sufrir daño?
—Porkus es un macho, tonto.
Él apretó su mano en su corazón fingiendo preocupación.
—Entonces hay más razón para preocuparse. Éste podría ser un nacimiento muy difícil.


— He estado pensando.
—¿Has pensado? Eres tan extraordinario.
—Henry... —Su voz tenía un aire inconfundible de advertencia.
Que ella ignoró.
—Siempre he admirado a un hombre que trata de ensanchar su mente. Pensar es un buen punto de partida, Aunque te podrías cansar...
—Henry.


—Simplemente sé tú misma, —él dijo lacónicamente—. Simplemente sé tú misma, y mantente alejada de…
—Lo sé. Lo sé. Mantente lejos de hombres casados, Ned Blydon, y toda variedad de seductores. Simplemente haz el favor de dejarme saber si piensas acerca de alguien más, a quien debo agregar a la lista.


No quiero conocer a esos otros hombres. No quiero bailar con ellos, y no quiero sus flores
—Hen, tú no sabes lo que dices. No soy justo. Deberías tener la oportunidad...
—Dunford, —ella profirió, dándole a sus manos un apretón urgente—. No siempre tienes que besar a una buena cantidad de ranas para reconocer a un príncipe cuando te encuentras uno.


—Pienso que tus ojos son piscinas de plata liquida, y tus pestañas son como alas de ángel, alas suaves y delicadas. Tu boca es suave y rosada, perfectamente formada, con un labio inferior encantadoramente lleno y parece que siempre estas a punto de sonreír. Y tu nariz... pues bien, es una nariz, pero debo confesar que nunca he visto una que me agrade más.
Ella clavó los ojos en él, fascinada por el timbre ronco de su voz.
—¿Pero sabes lo mejor de todo? —Él continuó—. Debajo de este paquete encantador hay un bello corazón, una bella mente, y sobre todo, presta atención, una bella alma.


—Piensa lo que quieras, Hen, pero si oigo un comentario preocupado más, tendré que callarte dándote un beso.
Sus ojos se iluminaron.
—¿De verdad?
Él exhaló y se apoyó la mano en la frente.
— ¿Qué voy a hacer contigo bribona?
—¿Besarme si Dios quiere?


—Te amo, Henry, —él dijo, su voz como terciopelo áspero—. Te amo más de lo que nunca soñé que podría amar a una mujer. Amo que a ti te gusta todo en este mundo que pienses que todo es bello y bueno. Como las estrellas en el cielo, y cada hojita de hierba en Stannage Park. Te amo con todas tu facetas tan valiosa como un diamante y hasta te amo con Rufus incluido, y…
—Oh, Dunford, —dijo ella precipitadamente—. Yo te amo también. Hace tanto tiempo.


–Henry, yo te amo a ti. Te amaría si tú llevases puesto un costal. Te amaría aunque tuvieses bigote. ― Él hizo una pausa y ajustó su nariz. ― Pues bien, el bigote es difícil. Por favor prométeme que no criarás uno.


----------------------------------------------------------------------------------------------


3.5  DOS HERMANAS 

NED Y CHARLOTTE


―¿Significa eso que mi futura esposa es una gran aficionada a la poesía?
Charlotte sonrió tímidamente.
―Eso me temo, milord.
Cuando Ned la miró, sus ojos brillaban.
―¿Su afición hará que espere que yo le recite poesía?
―Probablemente, ― replicó Charlotte, dirigiéndole una mirada de simpatía, que no era del todo falsa.
El suspiró.
―Bien, supongo que ningún matrimonio puede ser perfecto.


Con esta nota le doy mis más sinceras gracias,
Y prometo que podrán evitar todas las desgracias.
Cuando robó mi novia, me hizo un favor,
Y me dio una esposa de mucho valor.
En esta caja encontrará brandy francés
Y una selección de vinos dulces, también.
Pero mi verdadero regalo envuelto en este verso
Para que pueda evitar verse sin dinero preso
Es una casa, a menos de cinco millas de distancia
Que puedan llamar suya noche y día con prestancia
Y una renta suya de por vida modestamente generosa
Porque cuando se fugaron me dieron una esposa.
Les deseo felicidad, salud y amor

(Mi esposa asegura que rima con rubor)



---------------------------------------------------------------------------------------------------


+ FRASES: 






No hay comentarios:

Publicar un comentario