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FRASES - SERIE ADIVINA [+18] - Megan Maxwell

 



SERIE ADIVINA [+18] - Megan Maxwell









Frases:


1.  ADIVINA QUIÉN SOY

DARYL Y YANIRA



— Yanira, con este hombre te digo yo que las seis fases del orgasmo las cumples a rajatabla. La primera es la que se denomina asmática y es cuando dices lo de «¡Ah... ah...!». La segunda es geográfica: «¡Aquí... aquí!». La tercera, matemática: «¡Más... más!». La cuarta, religiosa: «¡Ay, Dios mío!». La quinta, suicida: «¡Ay, que me muero!». Y la sexta, y no menos importante, la homicida, que es cuando le sueltas: «¡Si te paras, te mato!».


—Mira, pedazo de imbécil, ten cuidado con lo que afirmas, porque conmigo estás metiéndote en arenas movedizas y yo no soy de las que se callan cuando las cosas no son verdad. Afortunadamente para ti, no te tengo delante y además hay varios amigos durmiendo en la casa y no tengo ganas de despertarlos con las palabritas que me encantaría dedicarte, de lo más desagradables todas ellas, por borde, creído y prepotente. Así pues, y una vez dicho esto, haz el favor de irte a la mismísima mierda.


—Se acabó el romanticismo —me corta—. Viviré la realidad. Hombre que me guste, hombre que como pueda me lo meriendo.


Plan A: lo beso.
Plan B: me lo como.
Plan C: me tiro por la borda y me ahogo.


—Nunca, en mis treinta y siete años de vida, ninguna mujer me ha tratado como lo has hecho tú, ni me ha hecho sentir lo que me haces sentir tú, caprichosa. Pero acabo de dar dos pasos. Uno para regresar a tu camarote y otro para acercarme a ti. No sé por qué lo he hecho, pero el caso es que aquí estoy y no me quiero ir solo.


—En mis ojos, fuiste mía desde el momento en que te vi en el Starbucks con tu amiga. En mi mente, eres mía desde que trabajabas en las cocinas y te vi sonreír. En mi cabeza, eres mía desde que probé la nata que tenías en la boca aquel día que te caíste. En mi corazón, eres mía desde que, como una leona, me hiciste el amor en el almacén. Y en mi vida, eres mía desde que hoy te he tenido para mí y me he dado cuenta de que eres mi mujer.


Recuerdo lo que Dylan comentó que decía su madre. Aquello de que uno cuando está feliz escucha música y cuando está dolido o desesperado entiende la letra.


Esa noche, cuando las luces se encienden en el escenario, vuelvo a ser yo. Canto, bailo, me implico con el público y, cuando veo que están donde yo quiero, les hago bailar, aplaudir, divertirse.
Yo hago lo que me gusta y disfruto, ¿se puede pedir algo más?
Sí... a Dylan.


—Yo no he podido dejar de pensar en ti ni un momento. ¿Tú has pensado en mí?
—Vamos, Yanira, no mientas. Y recuerda, ¡El amor no es una mierda!
—Todos y cada uno de los instantes que tiene el día.


—Tienes el culo más duro y precioso que he tocado en toda mi vida.
—Y tú tienes la cara —me la besa—, el pelo —me lo besa—, el cuello —me lo besa—, la boca —me besa— y la sonrisa más bonitos del mundo. Y, lo mejor, toda tú, eres absolutamente mía.


—Algo que decir yo tengo. Sois unos frikis eligiendo el 14 de febrero.


—Soy un desastre.
—Eres un maravilloso desastre y por eso estoy loco por ti.


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2. ADIVINA QUIÉN SOY ESTA NOCHE

DARYL Y YANIRA



Cuida de mi hijo, como su padre, sus hermanos y yo cuidamos de él.
Dylan es un ser lleno de luz, amor y sentimientos.


—Quiero tentarte.
—¿Por qué?
—Porque eres mi mayor fantasía sexual.


—Ella fue una gran mujer, dentro y fuera del escenario —me interrumpe—. 
Pero la fama y su carrera a veces la hacían tomar decisiones no acertadas y…
—Yo no lo haré —afirmo con seguridad.
—Será inevitable, cariño. Créeme, sé de lo que hablo.
—No las tomaré.
—Sólo quiero que recuerdes que te necesito y te quiero. Únicamente eso.



Me hace de entrenador personal y y o me río cuando le digo que ir detrás de él es como ponerle a un burro una zanahoria delante. Con tal de pillar ese cuerpo, lo sigo al fin del mundo.


—Dylan, y a no puedo vivir sin ti.


—Sin duda, tú eres la más Ferrasa de todos. Y en cuanto a lo que diga la prensa, ¡ni caso! No hacen más que inventar. No me creo nada de lo que dicen ahora.
Eso me hace sonreír, pero me inquieta. ¿Qué habrán dicho ahora de mí?


Miro a Dy lan y, cuando él también me mira a mí, su gesto se suaviza y murmura:
—No te preocupes por nada, cariño… por nada.
Sonríe y sé que todo está bien. Me tranquilizo.



La desolación y la tristeza están presentes en sus caras. Nadie a excepción de Dylan parece entender que con esta enfermedad se puede vivir. Sé que lo que acabo de decir es duro, pero la diabetes es así.


Firmar esto supone el fin de mi vida con Dylan. Lo miro y me sorprendo al ver que me está mirando. La tristeza que veo reflejada en sus ojos es comparable a la mía. Me entrega el bolígrafo para que firme. Me lo exige y yo lo cojo con frialdad.
Maldito amor. Maldito romance. Maldita mi vida.



—El amor, como el destino, es caprichoso, Yanira. ¿Sabes lo que me decía Luisa siempre que nos reconciliábamos? —Niego con la cabeza y continúa—: Decía que el amor debe ser como el café. A veces fuerte, otras dulces, a veces solo, otras acompañado, pero nunca frío.


Tengo que ser fuerte. Tengo que resistirme a sus encantos. He de hacerlo por los dos.
« ¡Vamos, Yanira, que tú puedes!» , me animo.
Aunque él sea un Ferrasa, y o soy una Van Der Vall. ¡Con un par!



—Dylan. No… no soy buena para ti.
—Lo correcto sería decir que tú eres demasiado buena para mí y que fui el hombre más idiota del mundo al presionarte para que nos divorciáramos.



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3. SÍGUEME LA CORRIENTE

RUTH Y TONY


—¡Otra vez! —murmuró—. Pero ¿Es que llevo un GPS para que siempre me encuentres?


—Sólo te deseo a ti.
—¿Y si... y si lo nuestro sólo es una casualidad tonta de la vida y...?
—Eres la casualidad más bonita, preciosa e inquietante que me ha ocurrido nunca.


—No podrías haber elegido mejor canción, cariño. Como dice la letra, tú eres mi perdición, mi distracción y mi musa. Adoro tus curvas, tus imperfecciones y sólo espero que me des todo de ti, como yo estoy dispuesto a darte todo de mí.


—Escúchame —la cortó él—. Eres especial. Lo supe casi desde el primer instante en que me encontré contigo. Vamos, acéptalo, soy la mejor decisión que aún no te atreves a tomar.


—El corazón es importante para vivir, pero ¿sabes, taponcete? Cada día te necesito más a ti para que lo hagas latir.


—Que nunca se os olvide que si vosotras saltáis, yo salto. Si vosotras reís, yo río, pero si vosotras lloráis, yo le parto la cara a quien haga falta. ¿Entendido?


—Él se lo ha buscado. Quien no cuida lo que tiene, luego no tiene derecho a quejarse por haberlo perdido.


—¡Ni que tuviera que sentirme mal por ser una simple camarera! Mejor ser eso que una asesina en serie, digo yo.


—Después de nacer Candela, ya nada ha vuelto a ser igual. Creí haber encontrado al amor de mi vida, pero lo que encontré fue un amigo. Él ya no me desea, ya no me mira como me miraba, ya no me toca, y yo quiero un hombre a mi lado que me borre el pintalabios de la boca y no uno que me haga correr el rímel de infelicidad.


—Tony, te quiero como no creo que pueda querer nunca a otro hombre, pero llegados a este punto, me encuentro en la obligación moral de decirte: corre y aléjate de mí. 


—Nunca me cansaré de decir que tienes la sonrisa más bonita del planeta.


—Mentalízate, cariño. Jenny es una preadolescente. Ahora eres su papito y ha dejado de ver en ti al chico guapo de la sonrisa bonita, el cochazo impresionante y los ojos como los amaneceres de Acapulco.


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4. OYE, MORENA, ¿TÚ QUÉ MIRAS?

CORAL Y ANDREW



La vida hay que vivirla y disfrutarla porque mañana te cae un ladrillo en la cabeza y te vas a criar malvas para el resto de la eternidad.


—«Escucha el viento que inspira —respondo—. Escucha el silencio que habla y escucha tu corazón, que sabe.»



—Tú y yo no tenemos remedio —replica.
—Si es que soy irresistible. Soy pequeñita pero matona. No puedes negarlo.



—Desde luego, la inteligencia no tiene límites, pero la estupidez en ocasiones no tiene fronteras.


—¿Sabes? Hay una frase que dice que la historia no la escriben los cobardes, sino los que toman la iniciativa.


—Y se va a callar —la corto—. ¿Usted nunca se ha enamorado? Pues si se ha enamorado alguna vez debe entender que es un sentimiento difícil de controlar porque, cuando el corazón manda, no hay nada que lo pueda parar. Y, le guste o no, estamos en el siglo XXI y, por suerte, dos hombres o dos mujeres pueden  enamorarse, se pueden tener hijos siendo soltera y un negro puede casarse con un blanco y un amarillo con un piel roja.



—¿Qué haces para conocerme tan bien?
—Observarte e intentar entenderte.



—Oye, moreno, ¿tú qué miras?
—Eh..., esa frase es mía.



—Hazme caso, Madison —digo entonces—, la próxima vez quédate con el tío que te haga sentir mariposas en el clítoris, porque lo del estómago ¡es hambre!



—Te dije que no te enamoraras de mí.
—Lo sé —protesto—. Lo sé..., pero, tranquilo, cuando nos vayamos de aquí, volveré a mi vida y me olvidaré de ti.



—Dicen que la locura es buena amiga de la pasión.



—Joder... ¿Por qué el amor tiene que ser tan complicado?
—Porque el amor sólo es para los valientes.



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