Translate

FRASES - SERIE AGENTES DE LA CORONA [+18] - Julia Quinn

 



SERIE AGENTES DE LA CORONA [+18] – Julia Quinn






Frases:


1.     COMO ATRAPAR A UNA HEREDERA

BLAKE Y CAROLINE



- Llámame James - replicó - todos mis amigos lo hacen.
Ella le lanzó una mirada irónica, dudando claramente de que calificara como amistad, su extraña situación.
- Y él es Blake - añadió James - ¿Supongo que vosotros dos os llamareis por el nombre de pila?
“ No supe su nombre hasta ahora mismo” escribió.
- Que vergüenza, Blake - dijo James - que modales.


- Oh, él no está tomando el té conmigo - dijo Caroline.
- Si, si lo estoy - dijo Blake quitándole importancia.
- No veo porqué. Usted mismo dijo que no quería tener nada que ver conmigo.
- Eso no es del todo cierto - respondió Blake con rapidez - disfruto mucho contradiciéndola.
- Si, eso es muy evidente.


- Encuentro mi tranquilidad en el cielo nocturno, es algo que me enseñó mi madre; nada más que un pequeño truco - ella cambió su mirada hasta encontrarse con sus ojos - Probablemente cree que esto es ridículo.
- No - dijo Blake, sintiendo alrededor de su corazón algo muy extraño y cálido - creo que podría ser lo menos estúpido que he oído desde hace años.


- Perriwick me lo dio.
Blake movió su cabeza negativamente mientras mantenía abierta la puerta para ella
- Debería haberlo sospechado. Perriwick te daría la escritura de esta casa si supiera donde encontrarla.
Ella soltó una risa traviesa por encima de su hombro mientras cojeaba hasta el vestíbulo
- ¿Y donde dijiste que estaba?
- Zorra engañosa, la he tenido bajo llave desde el día en que llegaste.
La boca de Caroline se abrió de golpe y se rio.
- ¿Tan poco confías en mí?
- En ti, confío. En cuanto a Perriwick...


- Debes estar loco.
- Desde luego - acepto él acortando la distancia entre ellos - hacía mucho tiempo que no me comportaba así.
- ¿Ah no?
Él hizo un gesto negativo con la cabeza muy solemne
- Ejerces un efecto muy peculiar en mí, señorita Caroline Trent.
- ¿Efecto bueno o malo?
- Depende del momento - dijo con una sonrisa traviesa - es duro decirlo, pero tiendo a pensar que es bueno.


- Te voy a asesinar - siseó él.
- ¿No me vas a sermonear primero?
La miró intensamente con una enorme dosis de estupefacción
- Me retracto - dijo queriendo abreviar - primero te voy a estrangular, y después te asesinaré.
- ¿Aquí? - preguntó ella dubitativamente, mirando a su alrededor - ¿no parecerá sospechoso mi cadáver por la mañana?


- ¿Y que hacías escapando furtivamente por las noches? - le reclamó.
- Eso no es asunto tuyo.
- Te convertiste en asunto mío cuando te quedaste a vivir en mi casa.
- Vale, ¡ yo no me habría trasladado, si tú no me hubieras raptado !
- No te habría raptado si tú no hubieras estado deambulando por medio del campo, sin pensar en tu propia seguridad.
- Seguramente estaba más segura en el campo que lo estuve en Prewitt Hall, y tú bien lo sabes.
- Tú no estarías a salvo ni en un convento - murmuró él.


- Esto no es muy buena idea, Caroline.
- Lo sé, lo sé, los hombres son los peores pacientes. ¿Te imaginas si tuvieras que parir bebés?
- La raza humana se habría extinguido.


- Anoche más bien quería estrangularte - admitió - pones tu vida en peligro sin razón.
- Creí que salvarte la vida era una razón bastante buena para mí - le dijo bruscamente.
- No quiero discutir sobre eso en este momento. ¿Aceptas mis disculpas?
- ¿Por qué?
Él elevó una ceja.
- ¿Quiere esto decir que tengo más de un motivo por el que debo disculparme?
- Señor Ravenscroft, me faltan números para contar...


- La señora Mickle se negó a preparar cualquier comida a menos que supiera que estabas aquí.
- Si, lo supongo. Es muy simpática.
- Ese no es del todo el adjetivo que yo usaría para describirla, pero puedo ver de dónde lo sacarías.


- Ella está casada con un maldito conde - dijo James - ¿Qué le importa?
- A ella no le importa - contestó Blake - ella lo que quiere es casarnos a todos.
- ¿A quién?
- Preferiblemente a cada uno de nosotros.
- ¿A los tres? - Caroline pasó la mirada de un hombre a otro - ¿No es eso ilegal?


- Él cuidará de ti - dijo Blake en voz baja.
- Estoy segura de que lo hará.
- ¿Aceptarás?
Ella lo miró de repente
-¿Te importa?
- ¿Cómo puedes preguntar eso?
- Creí que no sentías, que no te importaba nada.


----------------------------------------------------------------------------------------------

2.  MÁS BRILLANTE QUE EL SOL

JAMES Y ELISABETH



―¿Ha cultivado alguna vez nabos?
―Ah... no, nunca.
―Es una pena, ― dijo ella con gran sentimiento. ―Uno puede aprender mucho sobre la vida de los nabos.
La cabeza de James avanzó un poco con incredulidad. Esto tenía que oírlo.
―¿De verdad? ¿Y qué, cuénteme, puede uno aprender?
―Uh...
Lo sabía. Ella lo estaba embaucando. ¿Qué estaba tramando? Él sonrió inocentemente.
― ¿Decía usted?
―¡Diligencia! ― exclamó ella. ―Uno puede aprender mucho sobre la diligencia.
―¿De verdad? ¿Y cómo es eso?
Elizabeth suspiró dramáticamente.
―Señor Siddons, si tiene que preguntarlo, entonces, me temo, que no lo entenderá nunca.


―Probablemente no estaba siendo lo bastante suave. Lo siento.
―Un ángel no podría haber sido más suave.
Los ojos de ella se ensancharon, y por un breve instante le sostuvo la mirada, antes de volverla a sus manos unidas. James esperó que ella objetara, pero no lo hizo, y entonces él dejó un rastro a lo largo de su muñeca con su pulgar mientras la liberaba. ―Le pido perdón, ― murmuró. ―No sé qué se ha apoderado de mí.


―Lo siento.
―Creí que acordamos no pronunciar más esas palabras.
―No, ― bromeó él, tratando de introducir un poco de humor en la conversación. ―Acordamos que usted no las pronunciaría. Yo, por otra parte...
―Muy bien, ― dijo ella, evidentemente aliviada porque él no iba a curiosear, ―si realmente desea disculparse, estaré encantada de proporcionarle por escrito una lista de sus transgresiones.


―¿Sonríe porque le insulté?
Él se encogió de hombros y extendió las manos en lo que esperó fuera un gesto encantador.
―No soy insultado por las mujeres muy a menudo.
―Entonces ha estado frecuentando la clase incorrecta de mujeres, ―refunfuñó ella.


―¡Cómo se atreve a pensar que yo chantajearía a esta dulce y anciana dama
―¿Dulce? ― repitió el señor Siddons.
―¿Anciana? ― gritó Lady Danbury.


―¿Por qué me está mirando tan atentamente?
―Por respeto.
Ella respingó sorprendida.
―¿Perdón?
―La admiraba antes. Me pareció una mujer extraordinariamente inteligente y una joven muy divertida. Pero ahora me doy cuenta de que merece mi respeto tanto como mi admiración.


―Gracias, ― susurró.
―¿Por qué?
―Por estar aquí. Por escuchar. Por ser tú.
―Entonces, gracias, ―susurró ella en correspondencia. ―Por lo mismo.


―¿Me amabas?  
―Lo amaba a él, ― gritó ella. ―No sé quién eres tú.
―Soy el mismo hombre.
―No, no lo eres. El hombre que yo conocía era una mentira. Él no se habría burlado de una mujer de la manera en que tú lo has hecho. Y, sin embargo—Su voz se rompió, y una risa horrorizada brotó de sus labios. ―Y, sin embargo, sí lo hizo, ¿verdad?


―¿Es que soy una persona tan terrible? ― La pregunta fue rematada por un vagamente desconcertado suspiro. ―Bien, no te dije quién era. Lo siento. Perdóname por disfrutar — no, por deleitarme en el hecho que te enamoraste de mí, no de mi título, ni de mi dinero, ni de ninguna otra cosa. Solamente de mí.


―No podía soportar que perdieras esa chispa que te hace tan especial. Ese fuego reposado en tus ojos o tu sonrisa misteriosa cuando algo te divierte — ella habría borrado eso de ti, y yo no podía consentirlo.


―No puedo creerlo, ― jadeó. ―Ella lo tramó todo.
James puso los ojos en blanco.
―Yo sí puedo creerlo.  
―No puedo creer que pusiera el maldito libro en la biblioteca sabiendo que yo lo cogería.
James asintió.
―También puedo creer eso.
Elizabeth giró la cabeza hacia él, con labios todavía entreabiertos del asombro.
―Y hasta tiene una licencia especial.
―Eso, ― confesó él, ―sí que no puedo creerlo. Pero sólo porque yo también obtuve una, y estoy un poco sorprendido de que el arzobispo hiciera un duplicado.  



Edicto Número Uno

NUNCA PONGA TODAS SUS ESPERANZAS EN UN CABALLERO HASTA NO ESTAR COMPLETAMENTE SEGURA DE SU IDENTIDAD. COMO CUALQUIER SEÑORITA JUICIOSA DEBE SABER, LOS HOMBRES SON SIEMPRE MENTIROSOS.

Dios Santo, Lizzie, ¿no me has perdonado aún por eso?


----------------------------------------------------------------------------------------------


+ FRASES: 






No hay comentarios:

Publicar un comentario