LAS RANAS TAMBIÉN SE ENAMORAN
MEGAN MAXWELL
Pero el día a día de Marta dará un brusco e inesperado giro cuando el hijastro de su jefa, un empresario inglés llamado Philip Martínez, aparece en su camino y no lo puede despistar ni acelerando con la moto.
Sin duda, el destino y un inglés tozudo se han unido para cambiar su vida y, en especial, el amor.
— Creo que debes de dejar de buscar al príncipe azul, ¿aún no te has dado cuenta que el mundo está lleno de ranas?
— Y sapos, que es peor.
— Exacto… ranas y sapos ¿Cuál es la diferencia?
— Prefiero las ranas. El sapo me da más asquito.
— Perfecto. Pues a partir de ahora jugaremos al juego de la rana.
— ¿Cuál es el juego de la rana?
— Como el de la oca. Pero esta vez se dice: de rana en rana y busco otra porque me da la gana.
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